DIVINIDADES DIAGUITAS

Muchas otras historias están relacionadas con las divinidades diaguitas adoradas por nuestros antepasados. Casi todos son personajes mitológicos transmitidos de generación en generación en aquellas reuniones en torno al calor del fuego campero o en las siestas invernales donde las abuelas abren su memoria al recuerdo popular.
El Mandinga: o Duende "siestero" (de siesta, luego del mediodía), especie de duende de baja estatura y ropajes oscuros, lleva sombrero grande y aparece generalmente a los niños que juegan en la siesta de verano ó para castigarlos, también tienta a las jóvenes ofreciéndoles pañuelos, caramelos o dinero; pero si es rechazado suele vengarse con las peores bromas o daños mayores. También castiga a ebrios y asusta a caballos, roba el pan y lo transforma en carbón.
El Zupay : diablo, es el causante de todos los males y adversidades que sufren los hombres, tiene forma de macho cabrío o gran chivato aunque a veces adopta la forma de un animal o de un hombre para hacer el mal. Es una bestia lujuriosa que encarna también todas las miserias y vicios terrenales y que busca seguidores.
El Llastay: dios de las manadas de llamas, vicuñas, guanacos, cóndores, protector de la fauna local, con su agudo silbido los alerta de la presencia de cazadores. Le gusta adoptar la forma de los animales que ama y protege presentándose como el rey de esa especie.



















Inti: máximo Dios, representa al sol y al creador de todas las cosas, su culto fue impuesto desde el reino incaico.

El Pujllay: divinidad de la chaya riojana, dios de la alegría, el banquete y el baile.
El Cachiru: divinidad maligna que a la hora de la muerte arrebata el alma de los hombres

Huayrapuca: es el viento, que todo lo castiga y reseca, afiebra a los hombres y a los animales: el viento Zonda.







La Pachamama: voluptuosa, bella, fuerte y violenta madre de la tierra. Habita en la montaña y preside sus misterios, se le ofrecen comidas y bebidas en pozos cavados en la tierra.
La Saramama: diosa fecunda, protectora del maíz –alimento sagrado- representa la esencia de este alimento, por lo que se le ofrecen plegarias y sacrificios. Su figura está cubierta de una mazorca de maíz y en cada hogar se poseía una imagen para proteger los sembradíos.
La Yacurmana: madre del agua, ninfa de las vertientes cuya mirada fosforece en lo oscuro.

La Zapam-Zucum: diosa protectora de los algarrobales; madre y providencia de los niños abandonados, a quienes amamanta.











La Mayumama: diosa del agua, tiene torso de sirena y delinea los cauces torrentosos de ríos u inundaciones.
La Mamaquilla: diosa protectora, representa a la luna, y es la que marca las épocas de cosechas.
El Chiqui: duende maligno, de menor importancia pero de enojo fácil y terrible maldad, castiga con sequías y terremotos, distribuye las lluvias y los vientos a su capricho. Es el símbolo de la desgracia.
El Mikilo: El duende que muchos riojanos dicen haber visto deambular por las calles se llama “Mikilo”, asusta desde la época de los diaguitas a los niños picarones que se escapan de sus casas a la hora de la siesta, y, dicen, es un tramposo.












Hombrecillo de poncho y sombrero negro llevar, este pequeño ser fue denunciado a la policía riojana por los apacibles habitantes de la también apacible Chilecito por andar posándose en las entradas de las casas de los lugareños y asustar a los paseantes.
Mikilo suele engañar con su particular confección física a las distraídas víctimas. Es que posee una mano de lana y la otra de hierro y ante la pregunta –que no da lugar a un no- sobre con cuál mano el ocasional atormentado quiere recibir un golpe, Mikilo se abusa.
Si le responden que con la de lana, pues bien, recibe un golpe durisimo ,  en tanto que si la víctima se decide por la de hierro, cosa que nunca sucede, obtiene un menor sacudón.
Sin embargo hay quienes dicen que no existe, que su presencia no es cierta, que, en fin, es sólo producto de la fantasía pueblerina, aunque logre generalmente el cometido para el que se lo invoca: que los más pequeños se decidan por dormir la siesta.

Las fotos son de las magnificas obras del Maestro Artesano Marino Córdoba que se pueden ver en el Museo Folclórico de la Ciudad Capital.